La semana pasada volvía a saltar la alarma de los peligros que entrañan la exposición de los menores a las nuevas tecnologías sin vigilancia paterna. Una niña de trece años caía en las redes de un desalmado, que contactó con ella, haciéndose pasar por un chico de su edad, a través de un chat de un videojuego. La rápida intervención de la policía, tras el aviso de la madre, quien descubrió que chateaba con una persona adulta y se intercambiaba contenido inapropiado, ha sido clave para la resolución del caso. Aunque la menor ya está salvo, las 24 horas que pasó retenida fueron la consecuencia de un exceso de confianza que rara vez se da en el mundo real.
Y es que estamos hartos de decir a nuestros hijos que no hablen con desconocidos y que no se acerquen a extraños cuando caminan por la calle y, en cambio, dejamos que naveguen o que jueguen sin miedo alguno, inconscientes de que en Internet también habitan lobos con piel de cordero.Esta laxitud paterna ha provocado, en cierta manera, que el nivel de alerta de los menores disminuya en el mundo virtual hasta tal punto que, según algunos informes, más del49% de los jóvenes considera que no es peligroso chatear con desconocidos, cuando ganarse la confianza de un niño es tan sencillo como dar al like en Instagram, abrir una conversación por Twitter o chatear en un juego online
En la medida que hemos dejado que desde muy pequeños se entretengan con todo tipo de dispositivos móviles mientras terminamos de cenar o hacemos alguna tarea, sin prestar atención a qué hacen, qué pagina visitan o a qué tipo de contenidos acceden, resulta complicado cambiar de actitud. Pero es necesario hacerlo.
De acuerdo con el último Panel de Hogares de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), correspondiente al segundo trimestre de 2018, sólo un 23% de los hogares españoles con menores utiliza herramientas de bloqueo de contenido audiovisual inapropiado en las tabletas y los ordenadores. Cuando se sabe que las búsquedas de video representan más del 17% de las búsquedas que realizan los menores en Internet y que el 73 % de los menores de entre 5 y 15 años son usuarios Youtube.
El peligro está ahí, existe. Ignorarlo es la vía más fácil pero también la que conlleva mayores riesgos. Por este motivo, es conveniente controlar, a través de aplicaciones, la actividad online de los menores. Estas herramientas nos permiten, por ejemplo, establecer a qué sitios pueden acceder, dependiendo del perfil de usuario que se conecte, establecer horarios de uso o registrar la actividad que realiza, entre otros. Si bien estas aplicaciones son muy útiles cuando los niños son muy pequeños, a medida que van creciendo, deben ser un elemento disuasorio más en el diálogo y en el acompañamiento que deben hacer los padres dentro del mundo digital. Ese “no hables con desconocidos” debe trasladarse al mundo de Internet, con el objetivo de poner sobreaviso a los menores, para hacerles ver que no todo lo que hay en Internet es bueno, que no toda la gente es quien dice ser y que todo lo que se sube puede tener repercusiones negativas en su futuro imposibles de predecir.
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